Ya están aquí, de nuevo, los reyes de Oceanía en lo que a basket se refiere: los aussies o boomers como suelen llamarles o lo que es lo mismo, la selección australiana, con larga tradición deportiva y que tiene en el basket una de sus referencias.
Han llegado a cuatro semifinales olímpicas, pero siempre cayeron en semifinales y en la lucha por el bronce. La última vez fue en los JJ.OO. de Rio en agosto de 2016 ante España, en un partido durísimo que acabó 88-89.
Nuestro eterno Pau Gasol fue el verdugo de los boomers con 31 puntazos.
En el Mundial de China 2019 se cruzaron con la fue campeona del Mundo, dirigida por intratable Ricky Rubio que acabó en MVP.
Al final, seguía la maldición, en la lucha por el bronce lo perdieron contra Francia.
Sin embargo, el baloncesto boomer tiene mucha tradición y alma, es muy combativo, tiene mucha calidad y persigue de forma frenética hacer algo importante en una cita mundial.
La selección australiana actual quiere rascar es ansiada medalla con jugadores talentosos y carismáticos como su lÍder NBA, Patt Mills, o la metralleta de Joe Ingles,
Todos ellos tienen un espejo en que mirarse, y quieren ser los dignos herederos del jugador que les puso en el mapa baloncestístico mundial.
Han dado muy buena impresión tras ganar a USA (83-91) en un torneo preparatorio en Las Vegas y van a por todas en su cita olímpica en Japón.
Todos ellos tienen un espejo en que mirarse, y quieren ser los dignos herederos del jugador que les puso en el mapa baloncestístico mundial.
La selección actual oceánica es portadora del ADN ganador de un implacable tirador de la escuadra "boomer" que acribillaba sin compasión con su tiro letal las canastas rivales una y otra vez.
Esta selección boomer quiere perseguir los pasos de aquel anotador brutal que era la constante opción ofensiva: si le dabas la bola, algo bueno iba a pasar a su equipo y algo malo al del rival.
Un cañonero demoledor que condicionaba todas las defensas de los torneos internacionales FIBA, con solo nombrarlo.
